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¿Por qué el precio de la gasolina no baja como lo hace el del petróleo?

La variación del precio del crudo no actúa en el precio final de gasolinas y gasóleos de forma automática, pues no interviene en los componentes más importantes, como el impuesto sobre hidrocarburos que representa aproximadamente la mitad, y los costes de producción, logística y comercialización.

Las empresas operadoras que intervienen en el mercado de los combustibles y carburantes, incluidas las que tienen capacidad de refino, realizan una actividad que descansa sobre la regla general de comprar a un precio y vender a otro, obteniendo un margen bruto, el cual una vez descontados los gastos generales, les permite conseguir un beneficio neto. De ese modo, el precio de venta de los productos que los operadores ofrecen a distribuidores, estaciones de servicio y consumidores, está formado por la suma del coste de adquisición, los gastos de explotación y el margen de beneficio. En la medida en que un operador logre un coste de adquisición favorable respecto de otros, gozará de una ventaja competitiva. Ahora bien, los mecanismos que actúan sobre dicho coste no son iguales para todos, dependerá de si el operador dispone o no capacidad de refino.

Para el operador con capacidad de refino, el coste de aprovisionamiento es el de producción, constituido por los costes del crudo y del proceso industrial del que se sirve para fabricar. Una refinería, como cualquier otra empresa, persigue optimizar, es decir, fabricar al menor coste posible obteniendo el máximo beneficio. La producción irá aumentando al mismo tiempo que bajan los costes hasta alcanzar una cierta dimensión adecuada, una vez alcanzado este volumen, sobrepasar ese nivel comportará siempre un aumento del coste medio, lo que significa que llegado a este punto, al operador con capacidad de refino no le va a interesar seguir produciendo. Por este motivo, el número de operadores productores es muy reducido, si hubiera muchos, ninguno de ellos podría fabricar una cantidad lo bastante grande como para reducir al mínimo su coste medio de producción, lo que significaría que trabajarían en pérdidas.

Por lo tanto, resulta inevitable que la oferta del mercado quede limitada a unos pocos operadores productores. Cada uno de ellos fabricará una parte sustancial de la producción total y en consecuencia también cada uno de ellos podrá influir en el mercado logrando vender a un precio superior a su costo de producción. Por este motivo, ningún nuevo operador productor deseará entrar en la industria, a pesar de que las ganancias sean anormalmente altas, ya que será esencial producir a costes bajos y esto solo se puede conseguir produciendo cantidades a gran escala.

En el marco definido en la Ley 34/98, en España el sector mayorista está formado por un número muy reducido de operadores con capacidad de refino, lo que en principio ciertamente les permitirá no solo influir en el precio, sino maximizar su beneficio pues sus precios de venta se mantendrán en línea con el del operador no productor. La CNE (actualmente CNMC) en su informe de fecha 10 de octubre de 2012, señala que los precios de adquisición del operador productor siguen la tendencia de la cotización internacional de los productos derivados —gasóleo, gasolina, etcétera— pero no así con respecto a la cotización del crudo —materia prima— que sería la variable que verdaderamente se debe considerar cuando nos referimos a los procesos productivos.

El siguiente ejemplo ayuda a comprender lo que estamos diciendo: Imaginemos un panadero que fabrica barras de pan a un coste medio de 0,9 euros la barra. El coste incluye la materia prima —la harina— y los de elaboración, como la mano de obra, instalaciones, agua, gas levadura, impuestos, mantenimiento, seguros, etcétera, de tal forma que el panadero venderá a un precio equivalente a los costes incurridos más su margen de beneficio, por ejemplo, un euro por barra de pan, lo que representa un beneficio de 0,10 € por barra. Si el precio de la harina subiera, el panadero con toda seguridad venderá más caro de tal forma que conseguiría mantener su margen de beneficio. Pero ahora supongamos que un comerciante compra al panadero otras cien barras y las vende por 105 euros a los consumidores. Un segundo comerciante compra también cien para venderlas a 104 euros ya que está dispuesto a renunciar a un euro de beneficio para conseguir vender más. Un tercer comerciante compra igualmente y consigue vender por 102 euros a quién más tarde vende a los consumidores por 104 euros, y así sucesivamente sucederá con otros nuevos comerciantes. Rápidamente el panadero se dará cuenta que su beneficio será mayor si vende directamente al consumidor obteniendo unos beneficios superiores a los que obtiene vendiendo a un euro por barra, por lo que al panadero, además de fabricar, le va a interesar participar en el comercio del pan ya que podrá vender a un precio superior por encima de su coste de producción más su margen de beneficio.

De la misma forma se comporta el operador productor. Supongamos que los costes medios de producir combustible y carburante en una refinería son los óptimos para un cierto volumen de producción de tal forma que únicamente las oscilaciones de los precios de la materia prima —crudo de petróleo— provocarán las variaciones del precio ofrecido por el operador productor que lógicamente será el que corresponde al importe de sus costes de producción más su margen de beneficio. Sin embargo, la intervención del “trader” —comerciante— logra subir el precio muy por encima del que ofrece el productor, consiguiendo que éste cambie su estrategia, pues al operador productor le interesará vender, por lo menos, parte de su producción, al precio conseguido por los comerciantes en el mercado— cotización Platt´s— puesto que su beneficio será mayor, llegando incluso a comercializar, no solo aquellos productos que el mismo fabrica, sino también los que compra a otros . Por consiguiente, cuando la CNMC dice que los operadores en España —incluidos los operadores productores— siguen la cotización internacional, quiere decir que el precio ofrecido por los fabricantes no es el que obedece a su “coste medio óptimo” de producción, sino del resultado de las operaciones diarias llevadas a cabo por los “traders” —comerciantes— en las que intervienen múltiple de factores.

Pero el modo en que interviene el operador productor en el comercio de gasolinas y gasóleos no es la única causa del denominado “efecto pluma “del mercado. El precio se forma por la agregación, además del coste de la materia prima, de una serie de costes que no “caen” cuando lo hace el crudo, sino que se mantienen constantes o incluso aumentan, como ocurre en la actualidad con el alza del coste medio de producción debido a producir un volumen menor, es decir, por debajo del nivel que permite optimizar costes. En definitiva, la variación del precio del crudo no actúa en el precio final de gasolinas y gasóleos de forma automática, ni menos aún en idéntica proporción, pues tal variación no interviene en los componentes más importantes, como el impuesto sobre hidrocarburos que representa aproximadamente la mitad, y los costes de producción, logística y comercialización.

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